sábado, 5 de mayo de 2007

Desinterés oficial para crear una política educativa: De la Fuente

El rector de la UNAM afirma que esta omisión aviva la pobreza y la desiguald

La economía del conocimiento, aquella que se basa en la incorporación del valor agregado a los bienes y servicios, está dominada por tres grandes polos: Estados Unidos y Canadá; el norte de Europa, y las jóvenes potencias asiáticas. México, al igual que el resto de América Latina, vive en los "suburbios" de la sociedad del conocimiento, lo que fomenta más la desigualdad y la falta de expectativas y de oportunidades para los más pobres del país, señaló el rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente.
En la junta anual de accionistas de Universia, que se celebra en esta ciudad y a la que acuden rectores de universidades iberoamericanas, De la Fuente hizo una reflexión crítica sobre los riesgos que corren México y América Latina si persisten las políticas públicas que soslayan la importancia de la ciencia, la educación y la cultura en las sociedades del siglo XXI.
El rector de la UNAM puso como ejemplo el proyecto Universia, auspiciado por el banco Santander con un "riesgo enorme", pero que a la larga será "rentable", porque está fomentando la educación y el intercambio del conocimiento.
"México está en los suburbios del conocimiento. Aquí lo importante es que no estamos dentro, que estamos en la periferia, mientras los que están en la economía del conocimiento son países que tienen, además, los mejores indicadores de productividad, competitividad y eficacia. Y lo más importante: tienen un ingreso per cápita más alto.
"Desde luego que en este bloque están Estados Unidos y Canadá, y los países del norte de Europa, que son los que tienen los índices más altos de innovación y competitividad. Y, por último, están las llamadas nuevas economías asiáticas.
"Estos tres polos están controlando la economía del conocimiento, es decir, son los que le están metiendo valor agregado, sustentados en la ciencia y la tecnología, a los bienes y servicios que hoy usamos todos", explicó De la Fuente, en un encuentro con periodistas.
Las consecuencias del rezago y la falta de interés del aparato público en la ciencia y la educación son palpables: caída de la competitividad, la productividad, los índices económicos y, en definitiva, de las condiciones de vida de la sociedad.
"El que está moviendo los resortes es el que puede meter valor agregado a bienes y servicios. Y si no estás ahí te vas quedando atrás, porque es muy limitada nuestra capacidad de generar conocimiento e incorporarlos al aparato productivo.
"He ahí la verdadera importancia de la educación, la investigación y la innovación, que dejaron de ser asignaturas optativas y se convirtieron en obligatorias", insistió el rector.
Destacó que los países que han tenido una política de ciencia y tecnología definida han logrado un desarrollo impresionante en los años recientes. Son los casos de Irlanda y Corea del Sur, economías semejantes en tamaño a la mexicana.
Inversión pública y privada
En cuanto a la estrategia para financiar proyectos de ciencia y tecnología, De la Fuente consideró que la mejor fórmula es la mixta, es decir, aquella que permita la inversión pública y privada. "Necesitamos tener una visión de mediano y largo plazo. No pensar que el desarrollo se da en la inmediatez o en la coyuntura. En el norte de Europa lo que ha ocurrido en los años recientes es impresionante: inversiones públicas masivas en educación, investigación e innovación.
"Este valor tecnológico ha generado una enorme cantidad de productos que tienen enorme demanda a escala global. Entonces, son inversiones que empiezan a ser rentables, pero para ello necesitamos tener cierta visión de mediano y largo plazo. Cosa que nos ha faltado de manera señalada en México. Es uno de nuestros males", señaló.
Las sociedades que viven en los "suburbios" de la economía del conocimiento tienen rezagos en educación, investigación e innovación, y un ingreso per cápita bajo. "Son sociedades donde la desigualdad va siendo el signo característico. La educación tiene que contribuir a que haya un desarrollo más equitativo; si la educación no logra abatir las desigualdades, el sistema educativo no estará cumpliendo su función primordial".
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